A principios del siglo xx, en una pequeña aldea de Dinamarca, mientras ordena un armario, una antigua maestra de escuela encuentra un viejo diario que ni siquiera recordaba haber comenzado a escribir, veinticinco años atrás. Todo ha cambiado desde entonces: su autoritario marido —el médico del pueblo— está en el hospital, en su lecho de muerte. En el mismo lugar, halla un quinqué, igualmente olvidado. En compañía de esa nueva luz, todo invita a pensar, a recordar, a fantasear. Ahora ya no hay nadie más allí, en la estancia, en la casa. Ningún ruido molesta, la calma es absoluta. Su soledad, también.
Las posteriores anotaciones en el diario dibujan, trazo a trazo, el retrato íntimo de una mujer que ha de aceptar y construir su nueva libertad y redefinirse a sí misma. Perdida, moldeada por los años de matrimonio, en un mundo rural donde se cuenta entre los pocos privilegiados que han recibido una educación, debe escoger su propio camino hacia una plácida independencia.
Con una voz clara e infalible, su escritura le da al lector espacio para respirar, sentir y reflexionar: cada frase rezuma calidez y ternura, en ellas reconocemos nuestros deseos más profundos.
La tamizada luz de esa pequeña lámpara, el transitar sosegado del tiempo, el gradual despertar a una ignota felicidad… Como un cuadro de Hammershøi en prosa, esta novela constituye una exploración atemporal e íntima del duelo, la soledad, la emancipación, la identidad y el amor, con una escritura elegante, honesta y de gran belleza.