El narrador y protagonista de esta novela es un abogado londinense, «un joven profesional que quiere dar una imagen de éxito» pero que lleva, a su pesar, una vida «tranquila y monótona». Una fría noche de marzo recibe en su casa la inesperada visita de un amigo y cliente que le confiesa que acaba de matar, en principio involuntariamente, a su criado, que pretendía chantajearlo a costa de sus relaciones con una mujer casada.
Después del sobresalto inicial, y de enterarse de que ya lo busca la policía, el abogado urde un complicado plan para salvarlo, con la colaboración de dos mujeres perdidamente enamoradas del joven asesino Mi propio asesino (1940) constituye una mezcla de comedia insolente y novela policiaca en la que las convenciones del género sirven a propósitos insólitos.