Septiembre de 1899. En una pequeña ciudad del Imperio austrohúngaro la hija única de los Valjay, llamada cariñosamente Alondra, se dispone a pasar una semana de vacaciones con sus tíos. La despedida en la estación es dolorosa, pues los días que dure la separación se prevén insufribles para el anciano matrimonio. Sin embargo, poco sospechan que a partir de ahora se inicia precisamente un feliz periodo de redescubrimientos para ellos: la buena comida, la entrañable y divertida compañía de viejos amigos, la peculiar extravagancia de la farándula, la música, la risa… En una semana coincidirán la alegría de vivir con la ausencia de esa hija querida cuya presencia daba sentido y a la vez condicionaba la existencia de la pareja.
Dezsö Kostolányi, alabado por escritores de la talla de Thomas Mann y Sándor Márai, y de quien se ha dicho que es el mayor escritor húngaro del siglo XX, vuelve a mostrar en esta novela la misma sensibilidad para observar y maestría para escribir que ya demostró en Anna la dulce, publicada por Xordica.