Con la idea del meridiano como eje vertebrador, en este libro se aborda la singladura horaria de un día cualquiera, y la huella de la experiencia mientras lo protagonizamos.
De esta manera, a través de las horas y minutos con que se titulan los poemas de Greenwich, vemos al personaje poético, mientras transcurre la jornada y sus quehaceres, relacionarse en sociedad, sumirse en hondas meditaciones, reconciliarse con los fantasmas de su pasado, y celebrar la presencia -o lamentar la ausencia- de sus seres queridos.
Pero, sobre todo, percibimos el valor excepcional con que pueden afrontarse los hechos corrientes, cuando son mirados según la propia memoria personal y espiritual, para participar de su insólita vibración ordinaria. Así como la capacidad privilegiada de la palabra poética, aquí desplegada con belleza, sensibilidad e imaginación admirables, para nombrar esta extraordinaria singularidad cotidiana.