El señor Alves ve con simpatía los escarceos amorosos de su socio, el soltero Machado, hasta que un día lo descubre en los brazos de su mujer. Eça de Queirós parte de ese adulterio para construir una de sus novelas más ágiles y divertidas. Dejando a un lado el fatalismo amoroso de Gustave Flaubert que impregnaba la literatura de la época, la ironía y el sentido del humor se imponen en las relaciones entre ambos socios, lo que desemboca en un final tan inesperado como deslumbrante. Aquí está la literatura de su autor: la aguda visión de la sociedad portuguesa a caballo entre los siglos xix y xx, los personajes, definidos con sutiles pinceladas que encuentran la sonrisa cómplice del lector; la naturalidad de los diálogos y el empleo de un lenguaje preciso que siempre es limpio y efectivo, de una belleza ajena a juegos barrocos. La traducción de Juan Lázaro salvaguarda en español la brillantez del texto original que, como ocurre con los grandes clásicos de la Literatura, ha logrado mantenerse vivo pese al paso del tiempo.