Por ello, más allá de constatar la diversidad y abundancia de canales de comunicación y formas de expresión, es preciso preguntarse no solo por cómo contamos y transmitimos, sino cómo entendemos lo sucedido. Un asunto especialmente relevante cuando lo que se transmite a generaciones más jóvenes es el conocimiento de una historia que no han vivido. Es por eso que también está expuesto a los efectos de una mala comprensión o de una errónea percepción, que pueden ser más perniciosos que su ignorancia. ¿Cómo recordamos el pasado? ¿Qué pasado recordamos? ¿Por qué lo recordamos? ¿Para qué? Son todas ellas preguntas que han sido abordadas por la historia, la filosofía, la psicología o la sociología.