Al finalizar la Guerra Civil española, soldados de la II República se ocultaron en las montañas y comenzaron una guerra de guerrillas contra el régimen de Franco. Al comienzo de 1948, nueve años después del triunfo de Franco, el régimen lanzó sobre la guerrilla asturiana la Operación Exterminio, cuyo resultado fue la masacre de guerrilleros la noche del 28 de enero y, semanas después, la matanza del Pozo Funeres, que provocó que el gobierno en el exilio y la dirección del PSOE ordenaran evacuar a los guerrilleros que aún combatían, lo que se realizó el 23 de octubre de 1948, en un barco situado en el puerto de Luanco. A partir de ese momento, en los montes solo quedaron las partidas asturianas comandadas por Manuel Caxigal y las leonesas dirigidas por Manuel Girón. Cuando todo parecía perdido decidieron unir fuerzas y matar a Franco en un atentado el día de la inauguración de la Central Térmica de Compostilla, en Ponferrada, el 28 de julio de 1949. Franco debe morir es la historia novelada de un atentado que, de haber tenido éxito, hubiese cambiado el rumbo de España.