En 1859, en la batalla de Solferino, el teniente esloveno Trotta salva la vida al emperador Francisco José. Es ascendido, condecorado y ennoblecido, y con los años su nombre aparece en los libros de Historia de las escuelas del Imperio austrohúngaro. Pero en ellos el episodio se narra deformado y Trotta, decepcionado, solicita el retiro y prohíbe a su hijo Franz ser soldado. La novela se convirtió en un hito de la literatura del siglo xx, por su genial escrutinio de los dos grandes pilares del Imperio —el ejército y la administración— y su crónica de una larga decadencia que, inadvertida para la vida reglamentada de sus protagonistas, conduce a la Primera Guerra Mundial. Mientras la Marcha Radetzky suena en ceremonias, tabernas y burdeles y todos los símbolos del Imperio parecen tener vida propia, se extienden los nacionalismos y los movimientos revolucionarios