Diciembre de 1916. “Anoche me enamoré de Amedeo Modigliani”, anota en su diario la protagonista, estudiante de pintura y modelo ocasional de los bohemios pintores de Montparnasse. Hija de familia burguesa donde impera un férreo catolicismo, es muy bella, muy dócil, muy callada; la “niña buena” de su padre. Siente oscuros terrores: “la muerte me ronda”. En carnaval se escapa de casa y baila desnuda para su amante. “Me descubro bajo la mano de Amedeo Modigliani”. En su cabeza resuenan sin cesar las censuras del hermano, soldado en una guerra cruel que lo vuelve aún más ferozmente religioso. Ella miente, disimula. “Ya no sé quién soy sin Amedeo”. Ha descubierto su cuerpo, se descubre mujer. En verano huye y se va a vivir con el artista, el bello Modi: judío, admirado y excesivo; leyenda de los montparnos, alcohólico, elegido para la gloria futura; mujeriego, arrogante y dandi. “Éste es el hombre que amo”. Nace una hija. “Vivo al margen de mí misma”, escribe más tarde. Y poco antes del final, en enero de 1920, afirma: “no he tenido tiempo de ser Jeanne Hébuterne”. Una novela imprescindible, que da voz y vida a uno de los mayores iconos del arte moderno.