Seis son los escritores que Gonzalo Celorio examina en este libro: Francisco de Terrazas, el primer poeta criollo mexicano, cuya vida transcurre en el siglo de la Conquista; los dos Juanes de América, como cariñosamente Alfonso Reyes llamó a Juan Ruiz de Alarcón y sor Juana Inés de la Cruz, que publican sus obras durante la primera y la segunda mitad del siglo XVII, respectivamente; Ramón López Velarde, que nace el mismo año de 1888 en que Rubén Darío publica Azul… y que escribe toda su poesía en los escasos años transcurridos entre 1905 y 1921; Carlos Pellicer y Xavier Villaurrutia, nacidos el primero en las postrimerías del siglo XIX y el segundo en los albores del XX, unidos ambos, a pesar del contraste –o quizá gracias a él– que presentan sus respectivas poéticas, por la revista Contemporáneos que a partir de 1928 determina su pertenencia generacional.
Más allá de sus distancias en el tiempo y sus diferencias literarias, estos poetas son altamente representativos de algunas constantes, señaladas por el propio Villaurrutia y matizadas, ajustadas y extendidas por Octavio Paz, que han prevalecido en la expresión lírica mexicana a lo largo de los siglos. Una de ellas, acaso la más elocuente, es la propensión de la poesía mexicana al silencio, es decir, a la contención, al sigilo, al tono menor, a la introspección.
Gonzalo Celorio (México, 1948), narrador y ensayista, es profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde imparte la Cátedra de Literatura Hispanoamericana desde 1974. Ha enseñado también en otras universidades de México, Estados Unidos, América Latina y España. Es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española y de las Academias Cubana y Nicaragüense de la Lengua. Ha publicado una docena de ensayos, entre los que se cuentan México, ciudad de papel; Ensayo de contraconquista; Cánones subversivos y De la carrera de la edad, y las novelas Amor propio, Y retiemble en sus centros la tierra, Tres lindas cubanas y El metal y la escoria. Su obra ha sido traducida al inglés, al francés, al italiano, al portugués y al griego; ha merecido el elogio de la crítica y de otros escritores y se ha hecho acreedora a diversos galardones como el Premio de los Dos Océanos (Biarritz, 1977), el Premio Nacional de Novela IMPAC-Conarte-ITESM (1999), el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la rama de Lingüística y Literatura (2010) y el Premio Mazatlán de Literatura (2014).