Antonio Machado fue un poeta que sabía pensar y un pensador con tendencia a la paradoja –además de fatalmente fragmentario–, el poeta pensador más lúcido de su tiempo a la hora de enfrentar la naturaleza de la conciencia y la relación entro lo uno y lo diverso. Fue un solitario que creyó en la constitución dialógica de la razón.
Las páginas que el crítico y poeta Juan Malpartida dedica a Machado no pueden ser sino un diálogo: con el poeta sevillano en primer lugar e, inmediatamente, con muchos de los autores que han escrito sobre él, para mostrar a un Machado en movimiento: entre la lucidez explícita y el hermetismo, entre la voz clara y el silencio no menos explícito, en las galerías que van de lo uno a lo otro, siempre a la búsqueda del reconocimiento de la otra voz.