De pronto,
como cortado o incompleto,
como un silencio nada más,
desciendo,
como una sequedad en la garganta,
como una pausa en que vacila el aire.
Amor mío... Amor mío...
¿Qué cosa puedo darte?
Tú me has dado tan solo tu presencia,
tu sonrisa y a veces tu aliento,
una proximidad y nada más.
Yo te regalo un muerto. Cuídalo bien.
Es tuyo.
Solamente recuérdalo,
cierta fecha de octubre,
porque donde tú naces yo termino.
Y mientras tú me pienses, viviré.
De «El poema final», de David Ledesma Vázquez.
David Ledesma Vázquez (Guayaquil, 1934-1961) formó parte del grupo literario Club 7 junto a los poetas Sergio Román Armendáriz e Ileana Espinel Cedeño. En pocos años se convirtió en uno de los mejores poetas de Guayaquil y del Ecuador pero a su vez en uno de los más desconocidos. Poeta de culto. Hijo de un reconocido abogado de su
ciudad. Se desempeñó como locutor de radio y actor de teatro. Fue un gran apasionado por la causa cubana, aunque se dice que después de su visita a La Habana en el año 1961, sus ideas políticas cambiaron de rumbo porque le pareció injusta y decepcionante la persecución que se realizaba en la isla contra los homosexuales. Para la Semana Santa, sus padres viajaron a la playa. David se quedó en casa. La noche del miércoles 29 de marzo bebió con amigos y en la mañana del jueves 30 de marzo lleno de melancolía e inconformidad, se ahorcó en el closet de su cuarto utilizando una corbata amarilla, como no podía ser de otra forma. En el bolsillo de su camisa se encontró su último poema que se titula “El poema final” que sigue estremeciendo a los lectores ecuatorianos.
A. R.