Carl Friedrich Gauss mereció en vida el apelativo de «príncipe de los matemáticos», y en los dos siglos que
han transcurrido desde su muerte nadie le ha discutido este lugar de privilegio. Su figura guarda interesantes
paralelismos con la de otro genial compatriota y contemporáneo suyo: W. A. Mozart. Ambos fueron niños prodigio con
carreras patrocinadas por gobernantes ansiosos por vincular sus respectivas cortes a las mayores promesas de las artes
y las ciencias. A diferencia del compositor, Gauss tuvo la fortuna de gozar de una vida larga y tranquila, lo que
redundó en aportaciones fundamentales en geometría, estadística, astronomía o física. De entre todas ellas destacan las
relativas a la teoría de números, es decir, las que versan sobre las propiedades de los números; un campo científico
que Gauss labró con mimo y en el cual recogió algunos de los frutos más exuberantes del pensamiento humano.