Aquella Navidad fue desoladora. Manuel Barbero se levantó el 24 de diciembre del 2013 con la noticia de que un profesor de Educación Física había abusado sexualmente de uno de sus hijos. Cuando era niño, Manuel también había sufrido abusos y conocía la perfección el túnel aterrador que tendría que recorrer Toni. Su primer impulso fue hacer justicia por su cuenta, pero por suerte se arrepintió y decidió mover cielo y tierra para destapar otros abusos que habían tenido lugar en la misma y en otras escuelas y exponerlos públicamente. Gracias a él, el caso Maristas está sobre la mesa de personas que querrían mirar hacia otro lado.
Este es el relato en primera persona de un hombre que ha presionado a la justicia para que hiciera justicia y que ha ayudado a muchas personas como él y su hijo a alzar la cabeza y seguir adelante sin sentirse culpables de haberse topado con el demonio.
«Inocencia y despreocupación, la mejor etapa del ser humano, la infancia como síntesis de ternura y de amor: es una sentencia con pies de barro, aunque tendrían que ser de acero. Que se lo pregunten a todos los que se limitan a sobrevivir en la infancia. Preguntádmelo a mí.»