Este libro examina varias obras maestras de la pintura boloñesa del Prado a propósito de uno de los textos fundacionales de la historia del arte de la Edad Moderna, la Felsina pittrice de Malvasia, desafiante respuesta, desde una perspectiva boloñesa y reivindicativa de la herencia colorista de los Carracci, a las Vidas de Vasari. La autora se centra en los artistas que a ojos de Malvasia mejor recogieron el testigo de la familia Carracci: Reni, Domenichino, Guercino y Albani, cuatro figuras de trayectoria vital muy diversa que, pese a la reputación de la que gozaron en vida, no han merecido tanta atención como los grandes pintores del Renacimiento italiano representados en el Prado.