En Sobre el amor, Jonah Lehrer entreteje estudios científicos de psicología, análisis profundos sobre la salud y la felicidad, relatos históricos y personajes literarios, manuales sobre la crianza de los hijos y el lenguaje de las webs de citas para examinar en profundidad el impulso más misterioso e importante que determina y mueve nuestras vidas.
El mito más peligroso sobre el amor es que resulta fácil, que nos dejamos llevar por el sentimiento y que a partir de ahí sigue su curso. Es posible medir la dopamina que generan los primeros síntomas de «enamoramiento», pero los vínculos afectivos y la entrega que duran décadas, o incluso más, continúan siendo un misterio. Este libro versa sobre ese misterio. El amor, sostiene Lehrer, no se cimienta únicamente en una pasión arrolladora, sino, y esto es lo más fascinante, en una serie de cualidades que deben cultivarse a lo largo de toda una vida.
El amor nos confunde y determina, puede llegar a destruirnos y definirnos. Ha inspirado la poesía más sublime, ha configurado nuestras sociedades y creencias y gobierna nuestra biología. Desde el apego de los hijos a los padres, pasando por la manera en la que nos enamoramos de otra persona y por el amor que algunos profesan a su dios o a sus mascotas, hasta la manera en la que recordamos y lloramos el fin del amor, este libro se centra en un análisis que trata de abordarlo tanto en el largo plazo como en el día a día.
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Hay dos leyes psicológicas que conforman gran parte de la experiencia humana y que existen por oposición entre sí.
La primera ley es la costumbre. Cuando estamos expuestos repetidamente a un estímulo, poco a poco lo ignoramos. Por ejemplo, la ropa interior. ¿La sientes? ¿Eres consciente de que la llevas? La respuesta es no. La misma triste lógica se aplica a casi todos los placeres, desde el sabor del chocolate hasta el último artilugio de moda. El placer siempre desaparece, reemplazado por la indiferencia habitual.
Pero la costumbre no lo arruina todo. Hay una segunda ley sobre la experiencia humana y se basa en lo que perdura. Entre tanto desvanecimiento hay placeres que persisten. Encontramos alegrías que nunca desaparecen. Conocemos gente que nunca se aburre. ¿Y que decimos acerca de estas cosas? Decimos que las amamos. "Amor" es otra forma de llamar a lo que nunca envejece.
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