Los martes, terrina del chef.
Los miércoles, conejo a la cazadora.
Los jueves, alcachofas en vinagreta.
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Chez Picard, la vida transcurre plácida y regular. Menos mal.
Bastantes sinsabores nos dan la política y la selección de fútbol. Cada uno a su hora, los clientes llegan, discuten y se van. Pero un día… parecía un día como los demás, pero el señor Lambert no aparece.
¿Tendrá un problema? ¿Algún disgusto? ¿O un nuevo amor?
Tejiendo fantasías y recuerdos, los comensales de Chez Picard acompañan a su amigo ausente en su aventura por el mundo exterior.
Ah, las mujeres… no hay quien las entienda. ¿Y qué decir de las próximas elecciones? O de los riesgos de jugar con tres defensas…
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Con los materiales que a otros solo les servirían para decir «aquí no pasa nada», el trazo fino de Sempé —dibujo y palabra— construye un hermoso canto a la amistad, una tierna reflexión sobre el sentido, o sinsentido, de la vida.