Casi un siglo después de su primera edición La sociedad adquisitiva
(1920), en su día el único libro de un autor vivo que
fue incluido por la Universidad de Chicago en la lista de los
setenta y dos libros más infl uyentes de la civilización occidental,
sigue siendo un clásico de la teoría tradicional de los derechos
de propiedad. En él se muestra cómo, si bien tenía su razón
de ser en las condiciones de sencillez económica en que se
formuló, dicha teoría ha acabado siendo la causa principal de
las defi ciencias morales del capitalismo, que incita al poder
económico eximiendo a quienes lo poseen de cualquier responsabilidad
social, y que propició la desigualdad, el derroche
y la lucha de clases a los que se vio abocado el siglo xx.
Como alternativa a esta separación de los derechos de propiedad
de la obligación de proporcionar un servicio útil a la sociedad,
su autor sugiere que tanto éstos como la organización
industrial deberían basarse en el principio de función; esto es,
que las remuneraciones y los honores deberían estar vinculados
al cumplimiento de funciones y servicios con un valor social
y que la industria debería funcionar como cualquier otra
profesión, con los códigos ontológicos y las limitaciones al benefi
cio correspondientes.
Este libro merecería el honor de ser considerado un clásico
aunque sólo fuera por haber descubierto el vasto continente
temático del carácter injusto y absurdo de la escala de valores
vigente en la sociedad industrial. Pero tiene, además, el mérito
de haberse adelantado a los tiempos, con la mirada nítida del
pionero que observa nuevos fenómenos, y nos invita a observar
nuestro presente con el mismo rigor y la misma esperanza.