La mayor parte de las derechas españolas siempre han repudiado a nuestra
Segunda República. No ocurre igual con las izquierdas, que la idealizan y mitifican, la añoran, la reivindican, la interpretan, la monopolizan, la memorizan, celebran su aniversario, utilizan su bandera y se sienten legítimas herederas de ella. Visto el fenómeno desde la distancia y con cierta racionalidad, la cuestión no deja de ser paradójica. En primer lugar, porque la Segunda República española fue una democracia burguesa, por lo que están añorando y reivindicando
un régimen burgués; avanzado, eso sí, pero sistema capitalista al fin y al cabo. En segundo lugar, llama la atención que los partidos y organizaciones de izquierdas se presenten como campeones de la Segunda República, cuando durante la mayor parte de su existencia se dedicaron a hacerle la vida imposible. Fue después, cuando el peligro fascista se convierte en una realidad, cuando todas las izquierdas luchan contra esa amenaza.