Cuanto más se adentra Maupassant en
lo fantástico, más avanza en lo irreal y más abraza
la realidad, su propia realidad, pues cada vez más sus cuentos están
compuestos de observaciones hechas sobre sí mismo. Con una lucide
zprodigiosa, este cerebro que se licuaba lentamente notaba todo, desde los
primeros fenómenos de autoscopia externa (desdoblamiento) hasta
los grandes delirios; no es él quien va hacia lo horrible, es lo
horrible que camina hacia él.
(Paul Morand)
[...] entre todos los escritores de ficción es
quien demanda menos perdón de sus lectores. Y no lo requiere porque
jamás resulta indiferente.
(Joseph Conrad)