Una gélida noche de febrero, la editora Dijana Lovrić emprende un viaje desde la capital de Croacia, Zagreb, hasta el monasterio de Rama-?ćit, en Bosnia-Herzegovina. Allí la esperan con una misteriosa petición los frailes que han trabajado dos años con ella en una monografía sobre el monasterio. Sin embargo, la nieve bloquea las carreteras y obliga a Dijana a detenerse y pasar la noche en Duvno, lugar de nacimiento de su novio Marko Kelava, donde la acoge su familia política. En casa de los Kelava la ausencia del padre de Marko, desaparecido en Alemania tras participar en la guerra de los Balcanes, se hace notar, aunque rara vez se pronuncia su nombre. Tampoco se habla de la reciente pedrada a una ventana de la casa, ni de la tarea que un desconocido encomienda a la hermana de Marko para que vaya a depositar once rosas blancas en un prado apartado. El clamor de tantos silencios evidencia que las heridas del conflicto bélico aún no se han cerrado en esta pequeña ciudad donde los muertos no habitan solo en los cementerios.