Dentro de su labor como escritora de cuentos, la maestría de Ana María Matute queda patente en este volumen, que está compuesto por veintiún relatos brevísimos, pero cuya brevedad en la extensión queda compensada ampliamente por la gran riqueza narrativa que encierran. Estos cuentos, dedicados a niños alegres en un mundo triste, componen una gran pintura impresionista y de una belleza serena.