Sofía pasa por primera vez sus vacaciones de verano en un pueblo costero, donde se hace amiga de un grupo de niños. Congenia sobre todo con Miguel que tiene un gran problema: su abuelo ha repartido su herencia y su tío Ginés quiere vender su parte a una inmobiliaria para intentar vivir de la música. Esto significa que la playa se convertirá en una urbanización de edificios y hoteles para turistas. Para convencerlo de que no venda, se ponen a investigar y descubren el amor que tenía la abuela, ya fallecida, por aquel lugar. Con este argumento, logran que Ginés venda finalmente su parte del terreno para construir un camping y no una urbanización, como los niños temían.