Desde la adolescencia, Mónechka siempre mostró un inigualable talento para disfrutar de los placeres mundanos; esta precoz habilidad, que alcanzaba las más altas cotas en su relación con los hombres, marcó desde el principio el rumbo de su existencia. Monka se arrojó a la vida a pecho descubierto, y esta la acogió en un torbellino de excesos y pasiones que la llevarían a transitar por igual las sendas de la felicidad y del dolor.
Marina Palei ha creado un personaje difícil de olvidar que, como una moderna Cabiria recién salida de la película de Fellini, está dispuesta a seducir al mundo entero, con total despreocupación por las convenciones sociales o morales y que es capaz de sobreponerse a cualquier desgracia aferrándose tan solo a algún diminuto atisbo de esperanza.