Esta tierra que perfumaba las mañanas,
la tierra que era suya y nuestra ? su sangre ? cómo olía la tierra ?
y ahora cómo se cerraron las puertas de nuestras viñas,
cómo adelgazó la luz en los tejados y en los árboles ?
¿quién iba a decir que la mitad se encuentra bajo tierra
y que la otra mitad está encadenada?
Que el sol te dé por señas los buenos días con sus millones de hojas,
que el cielo resplandezca con millones de estandartes,
y éstos entre rejas y aquéllos bajo tierra.
Calla, de un momento a otro tocarán las campanas.
Esta tierra es suya y nuestra.
Con las manos cruzadas bajo tierra
sujetan la cuerda de la campana ? esperan la hora, no duermen, no mueren,
esperan para tocar la resurrección. Esta tierra
es suya y nuestra ? y nadie puede arrebatárnosla.
Yannis Ritsos nació en Monemvasiá en 1909 y murió en Atenas en 1990. Está considerado uno de los mejores poetas en lengua griega de todos los tiempos, seguramente el más prolífico. Ha dejado escritos más de cien libros, la mayor parte de poesía, pero entre ellos hay también novela, teatro y extensos monólogos dramáticos. Fue un hombre muy reconocido en vida por la crítica y distinguido con varios grandes premios, como el Premio Nacional de Poesía por su Sonata del claro de luna o el Premio Lenin de la Paz, pero además se convirtió en un símbolo de lucha política y superación personal, muy querido y leído por el pueblo, cantado en multitud de ocasiones y traducido a más de treinta lenguas.
De su vasta obra sobresalen Romiosyne y La señora de las viñas, escritas entre 1945 y 1947, justo después de la liberación de Atenas del ejército nazi, en plena guerra civil y antes de ser prisionero y deportado a varios campos de concentración. Constituyen un canto de homenaje a la Grecia de la resistencia y de la insurrección, pero no sólo de este período. Entre sus versos largos se hilvanan las páginas más luminosas de su historia, desde los tiempos de Homero hasta el despertar nacional de 1821, por eso el hilo de Ariadna lo sostienen aquí los grandes héroes de antaño, los marineros anónimos, los iconos de la ortodoxia y los guerrilleros del levantamiento contra el imperio otomano. Eso es precisamente lo que significa la Romiosyne, que junto con La señora de las viñas conforman la gran elegía del pueblo griego.