Siempre al margen de las corrientes dominantes, la poesía de Concha García ha ido desarrollando
una labor de exploración obstinada y resistente en el lenguaje de los hechos cotidianos. Su estilo desnudo y sin remilgos, de enunciación directa pero dotado de un extraño halo por el que logra infundir misterio en lo más próximo y doméstico,
es heredero de la obra de poetas
como Celan, Stevens, Milosz o Ajmátova. Como ha declarado en alguna ocasión, siente la poesía como «ligada a la sensación de lo efímero, todo préstamos
de los objetos cotidianos,
de pensamientos fugaces y de experiencias
vivas o imaginadas». Acontecimiento es un magnífico ejemplo del alcance de su propuesta, a partir de la perplejidad que la existencia
provoca en la voz que relata los poemas.
Articulado en dos partes, que agrupan
una sucesión de instantáneas
cotidianas, el libro
culmina con un poema extenso, «Traslado», que dota al
conjunto de un carácter narrativo
y recoge la pequeña peripecia urbana de un día cualquiera. Los poemas funcionan como una mirada que atraviesa
el paisaje a la velocidad
de una imaginaria cámara sostenida
por el tiempo. En esos fragmentos de realidad subyace una idea de la errancia
como una forma de estar en el mundo.