«Su estilo, seco y conciso, recuerda el de autores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler y, sobre todo, Ross Macdonald y su investigador privado Lew Archer. Porque Lincoln Perry, el detective de la novela de Koryta, es un digno heredero de estos duros históricos, con sus métodos poco ortodoxos, la obsesión febril por desentrañar una endiablada trama de asesinato, la fidelidad y el honor a unos principios y la amistad por encima de las convenciones.» Lluís Fernández, La Razón
El detective privado Lincoln Perry es sospechoso de homicidio. El cadáver en cuestión es Alex Jefferson, marido de su ex prometida y uno de los abogados más prominentes de la ciudad. En realidad, la policía no se equivoca al pensar que hubo un tiempo en que Perry querría haber visto muerto a Jefferson, especialmente después de que se casara con su prometida. Pero, desde aquello, ha pasado mucho tiempo.
La cosa se complica cuando la propia viuda insiste en que sea Perry quien se encargue de localizar al hijo perdido de Jefferson, heredero de la fortuna de su padre. Un encargo de lo más rutinario que resulta no serlo cuando el hijo aparece muerto. Para entonces, Lincoln ya ha comprendido que el caso es mucho más complicado de lo que parece y, con la policía de dos estados pisándole los talones, tendrá que demostrar su inocencia y resolver el caso.
Con su tercera novela, Michael Koryta se confirma en el aplauso de la crítica y se posiciona como uno de los autores jóvenes de novela negra más interesantes del panorama actual.