Cuando, en un mes de agosto neoyorquino, probablemente por los albores de los años veinte, Frank Harris se sentó a escribir sus memorias, no podía imaginar que Mi vida y mis amores se convertiría en un clásico de la literatura erótica. Porque Harris, en ellas, no se limitó, como en cambio lo hizo su inmediato predecesor, el autor anónimo de Mi vida secreta, al relato exclusivo de sus muy numerosas y notables aventuras sexuales. También hace, cual un Casanova del siglo veinte, la crónica inteligente e irónica de su época, por cierto bastante movida, llena de innovaciones y cambios sociales. No obstante, Harris concedía la misma importancia, y casi el mismo tiempo, a sus experiencias eróticas que el obcecado “Walter” de Mi vida secreta (n.º 8 y 9 de esta colección) y, en estas memorias, no escatima detalles ni episodios sabrosos, llegando estos a ocupar casi cada una de su páginas. Ubicaremos en cuatro volúmenes de “La sonrisa vertical” (numerados 27/1, 27/2, 27/3 y 27/4), íntegramente y sin expurgar, las mil quinientas y tantas páginas de estas memorias, escritas en letra menuda y apretada. Este primer volumen incluye únicamente el primero de los cinco tomos de Mi vida y mis amores, al ser éste el más extenso.