Texas relata la pérdida de gran parte del territorio mexicano a manos de los estadounidenses en 1845.
«¡Nos birlaron el territorio!, porque bien mirado, ¿cuál compra?,
¿cuál guerra?, por más que le den a la hilacha, fue hurto.»
La pérdida de la mitad del territorio mexicano era reciente. Tras la independencia de Texas, su anexión a Estados Unidos y la intervención estadounidense en México que desplazó al sur la frontera, los mexicanos de la región se encontraron con que ya vivían en otro país y enfrentaron la codicia de los norteamericanos.
Así las cosas, un día de 1859, en la ciudad fronteriza de Bruneville, Texas, el sheriff Shears insulta a Nepomuceno: «Cállate, grasiento pelado». El agraviado es un rico terrateniente mexicano, y el agresor un mal carpintero norteamericano que porta la insignia porque nadie más la quiere.
La noticia del insulto corre veloz por Bruneville, sube hasta el Río Nueces, incursiona la Apachería, también camina hacia el sur, cruza el río Bravo, pasa por la ciudad vecina (Matasánchez) y se sigue. Ambos desenfundan sus armas y Shears queda herido por un disparo de Nepomuceno, quien huye, cruza el río y acampa en territorio mexicano. Los odios apenas contenidos se desatan. Los rangers preparan la venganza. Un ejército de voluntarios variopintos se forma alrededor de Nepomuceno e invade Texas.
Texas es una historia de hombres armados por necesidad o por gusto y de mujeres indómitas, crónica de vaqueros y apaches, de afroamericanos e inmigrantes de distintos orígenes, de comanches y cautivos, de esclavistas e insurgentes. Desde esa porción de México que se convirtió en Estados Unidos y retratando decenas de personajes, en esta novela se cuenta el gran robo que para muchos sigue siendo una herida abierta.
La crítica ha dicho...
«Si tuviera que escoger una cocina literaria para instalarme allí durante una semana, escogería la de una escritora... Viviría muy a gusto en la cocina de Silvina Ocampo, en la de Alejandra Pizarnik, en la de la novelista y poeta mexicana Carmen Boullosa, en la de Simone de Beauvoir.»
Roberto Bolaño
«Un combinado entre W.C. Sebald y Gabriel García Márquez.»
El País