Byron Caine, inventor que trabaja en París a las órdenes del poderoso Georges Haas, huye con los documentos de un proyecto secreto y con la hija de su patrono. La pareja se instala en una exótica isla de Oceanía, por cuyo centro pasa precisamente el meridiano de Greenwich. Haas contrata a un implacable asesino ciego para que liquide a Caine y recupere los valiosos documentos. Pero Caine cuenta con la protección de Carrier, un desleal competidor de Haas, a cuya facción se ha pasado secretamente. Por si fuera poco, el famoso proyecto en juego es en realidad un viejo e inútil experimento que Caine ha desempolvado para justificar ante Haas su apatía inventiva y su desgana en el trabajo... A partir de este doble engaño, multiplicado rápidamente por todos los protagonistas, se desencadena un aluvión de acontecimientos: bandas rivales, asesinos a sueldo, agentes secretos, ejércitos de mercenarios, sociedades secretas, intrigas, traiciones y enfrentamientos sin cuento tras el proyecto Prestidge. Novela tan elegante como corrosiva, El meridiano de Greenwich despliega con suma eficacia los elementos del género negro, articulados en una perfecta maquinaria de relojería que, conjugando fatalidad y azar, precipita a todos los implicados en un torbellino hilarante y vertiginoso. Torbellino, desde luego, movido secretamente por los hilos de una escritura que se convierte en protagonista principal de esta aventura. En su reseña sobre Cherokee, la primera novela de Echenoz publicada en España, Rafael Conte comentaba El meridiano de Greenwich de esta manera: «Echenoz empezó a publicar a los 30 años, en 1979, irrumpiendo en el panorama de la novela francesa con una obra sorprendente, El meridiano de Greenwich, una loca historia de aventuras, de conspiraciones policiales teñidas de humor y experimentación, llevada a ritmo trepidante.» El singular talento de Echenoz se confirmó ya plenamente con sus tres novelas posteriores: la mencionada Cherokee, La aventura malaya y Lago, que obtuvo el Premio Europa de Literatura en su primera convocatoria.