La vida de Julius Winsome, en una remota cabaña de los bosques de Maine, ha acabado pareciéndose al paisaje que lo rodea: silencioso, aislado, insondable. Pero cuando su perro, Hobbes, muere a manos de un cazador, en un descuido o en un acto de crueldad, la discreta existencia de Julius, ya en la cincuentena, da un vuelco. Precisamente, Hobbes era lo único que le quedaba de un antiguo y fugaz amor. En adelante tendrá por toda compañía el viejo fusil familiar, con el que su abuelo luchó en la primera guerra mundial, y los numerosos libros que cubren las paredes de la cabaña. Porque la lectura no sólo le procura consuelo, sino también inspiración para convertirse en un «inventor de palabras», a imitación de su admirado William Shakespeare. Pese a todo, la melancolía en que le sume la muerte de Hobbes le llevará a acariciar la idea de vengarse.