Tras una reñida deliberación del jurado, Alvaro Durán resultó ganador en septiembre de 1995, por mayoría, del II Premio Nuevos Narradores creado por Tusquets Editores y La Escuela de Letras de Madrid. En sus consideraciones, el jurado destacó de la novela «los méritos de una narración arriesgada» y consideró que «el autor muestra los recursos suficientes como para constatar la existencia indudable de un nuevo narrador». Carpo, un hombre de treinta y cinco años, algo melancólico, que ha visto cómo la vida ha ido escurriéndosele de entre sus intereses más vitales, se refugia, sin más compañía que sus fantasmas, sus miedos y sus sueños, en una casa vieja y desangelada que le protege del resto del mundo, ese mundo al que él ya parece no pertenecer y, sobre todo, al que teme. Con razón tal vez, porque pronto empezará a agredirle y a amenazarle con quitarle lo único que tiene: su casa, su cobijo, su «Búnker». Carpo sabe que debe buscarse aliados en la lucha por defender su territorio y los encuentra en Alba, una joven pintora, y en Cobaín, un estudiante camerunés. Mientras dure la lucha, Carpo sobrevivirá, se mantendrá a flote en el caudaloso torrente de alcohol que amenaza también con arrastrarle a los infiernos de la nada. Pero ¿y si la trampa que le tiende el «enemigo» reside precisamente en resolver el conflicto? En ese momento Carpo descubrirá que no siempre un tratado de paz satisfactorio conduce a las puertas del cielo... A la intemperie es una novela sobre la destrucción, sus laberintos, falsificaciones y encierros, sin concesiones a la hora de representar un mundo aparentemente sin salida posible.