Lothar Berfelde tuvo la mala suerte de nacer en 1928, en Berlín, y de ser hijo de un déspota con ideas nacionalsocialistas que quería convertir a ese niño rubio, retraído y sensible, en todo un soldado. A los dieciséis años, el delicado adolescente mata en defensa propia a su padre. A partir de ahí, la vida de Lothar, que poco después se convierte en un travestido con el nombre de Charlotte, pasa a ser una permanente lucha primero contra las SS, después contra la Stasi, policía política de la DDR, y hoy en día, ya convertida en una venerable vieja dama indigna condecorada por su valor cívico, contra los skinheads. Parte de su actitud rebelde contra toda suerte de marginación es la creación del hoy célebre Museo Gründerzeit, donde Charlotte fue almacenando, contra viento y marea, objetos de arte que nazis y comunistas consideraban «decadentes». Sus memorias son, pues, no sólo el recuento de una vida fascinante, sino también un escalofriante testimonio de su tiempo.