La creación más querida de P. G. Wodehouse es el tándem del amo y el sirviente formado por Bertie Wooster, afable y bobalicón, y Jeeves, su ayuda de cámara y protector. Éste es un primer Ómnibus Jeeves, al que seguirán otros. En ¡Gracias, Jeeves!, Bertie Wooster se siente muy disgustado. Los vecinos se han quejado de su práctica persistente con el banjo y decide instalarse en el campo. Ante esa perspectiva desoladora, Jeeves declina acompañarle. Bertie rechaza con altivez el ultimátum y se refugia en la casa de campo de un amigo, pero la paz se verá trastornada hasta alcanzar una situación candente que sólo Jeeves podrá enfriar. En El código de los Wooster, el embrollo gira en torno a una jarrita de leche con forma de vaca que debió de pertenecer al tío Tom pero, mediante una artimaña, fue adquirida por sir Watkyn Bassett. Bertie se ve obligado a robarla y queda a merced de una chantajista. Ahora necesitará la ayuda de Jeeves más desesperadamente que nunca. En El inimitable Jeeves, el enamoradizo Bingo Little, amigo de Bertie, ha quedado prendado de Mabel, camarera en un restaurante de poca fama, pero el matrimonio parece imposible. Al parecer, un tío de Bingo, solterón y sibarita, es quien se opone a la unión. Bertie Wooster tratará de disuadirlo. Pero allí donde intervienen Bertie y Jeeves, todo suele enmarañarse... «P. G. Wodehouse es el escritor más divertido que haya vertido sus ideas sobre un papel» (Hugh Laurie); «Ha creado un mundo para que vivamos y nos divirtamos en él» (Evelyn Waugh); «El mayor escritor cómico que haya existido» (Douglas Adams).