Karsten Wigg acaba de fallecer y sólo seis personas acuden a su funeral. Entre ellas se encuentra Edvard Fisbakke, fiscal especializado en casos de abusos sexuales a menores, el hombre que, años atrás, condenó a Wigg a dos años de cárcel. Tras su separación, la mujer de Wigg empezó a sospechar de que había abusado de sus dos hijas y acudió al fiscal Fisbakke quien condenó a Karsten Wigg a la cárcel, pero sobre todo contribuyó a separarlo para siempre de sus hijas, destruyendo así su vida. Ahora, años después, la muerte de Karsten Wigg le hace plantearse de nuevo su culpabilidad.