París, agosto de 1911. Un domingo, Mona Lisa, la creación más famosa de Leonardo da Vinci, la joya del Louvre, se queda apaciblemente colgada en su pared, sin perder la sonrisa, cuando el museo cierra. El lunes es el día de descanso. El martes por la mañana, cuando vuelven los visitantes, donde estaba la sonrisa sólo hay un hueco. ¿Quién se la llevó? ¿Adónde? ¿Para qué? Empieza el misterio.
Casi un siglo después, hay todavía más preguntas. ¿Fue ?la banda de Picasso?? ¿Por qué llegó a estar Apollinaire en la cárcel? ¿La robó un nacionalista italiano que quería denunciar el expolio francés en su país? ¿Se trató del timo artístico más sofisticado de la historia? Lo único cierto es que la bella Gioconda apareció dos años después en Florencia, y que desde entonces recibe de nuevo a sus adoradores, protegida por un cordón de seguridad y un cristal antibalas.