El cóndor y las vacas, catalogado por el autor como uno de sus mejores libros, es el resultado de un apasionante viaje de Isherwood por Sudamérica.
En 1947, Christopher Isherwood se embarcó en una travesía de seis meses por Sudamérica. Isherwood evitó deliberadamente leer a profundidad sobre el continente, con la idea de preservar un estilo espontáneo e impresionista. El cóndor y las vacas, catalogado por el autor como uno de sus mejores libros, es el resultado de ese viaje. De inmediato se estableció como una crónica clásica, que realiza el mejor homenaje a los sitios visitados, al narrar sus experiencias sin idealizaciones ni sentimentalismos. Isherwood se maravilla ante la diversidad de un continente que cuenta con policías dedicados a prevenir suicidios al borde de un precipicio, donde cerdos y cabras descienden hacia una llanura en paracaídas, o en el que un golpe militar fracasa porque el presidente finge haber perdido el sello necesario para darle carácter oficial a su renuncia; pasa tiempo con figuras como Jorge Luis Borges y advierte señales premonitorias de los años violentos que desembocarán en dictaduras militares.