Michael Jackson inició en el año 2000 un diálogo de varios meses con su amigo y confidente el rabino Shmuley Boteach: el ídolo más retraído y enigmático había decidido desnudarse ante el consejero espiritual que le había presentado Uri Geller y, por esa vía, ante un público que entonces le parecía incomprensiblemente receloso. Esa dilatada conversación se convertiría en un auténtico examen de conciencia y en las treinta horas de cinta magnetofónica que constituyen la materia prima de este libro. Nunca ha habido y ya nunca habrá un documento semejante.
Instigado por ese guía, Jackson se adentra en las más recónditas esquinas de su existencia: cuenta, opina, medita, lamenta y proclama. Así nos va descubriendo hondas heridas y soledades multitudinarias, el anhelo de amores impolutos y los vacíos rebosantes de fama, las grandiosas inhibiciones y los delirios de grandeza? Así nos deja presenciar tanto su formidable amor a los niños como su pintoresca relación con el (otro) sexo, y en particular con el muy voraz de Madonna o el todavía incipiente de Brooke Shields. Así averiguamos por qué desconfiaba de las mujeres y cómo se fabricaba una infancia perpetua.
Tampoco nos oculta los motivos de sus amistades y hostilidades, los momentos más espinosos de su vida y los extraños métodos empleados para arrancarse las espinas, su visión de Dios o de Hitler y sus peripecias religiosas, la tortuosa relación con sus hermanos, el lacerante conflicto con su padre, su pánico a la vejez, sus antojos y sus histerias...
Si Michael Jackson fue una incógnita envuelta en un misterio (siempre iluminado por los focos), aquí se hallarán curiosas respuestas a las preguntas tantas veces formuladas y jamás contestadas. El lector que se asome a estas páginas se sentirá a un tiempo inquieto y cautivado, estupefacto y conmovido.