Seguimos con los tan celebrados diarios de ese implacable testigo de nuestro siglo que es Ernst Jünger. Aquí, el autor, que ha «madurado entre las tempestades», nos habla primero, en Jardines y carreteras, premonitoriamente, de la supervivencia y de la necesidad de conservar la lucidez y el equilibrio interior en el corazón mismo de las grandes catástrofes. Luego, con el inicio de la guerra, da comienzo a los celebérrimos «diarios de París», aquí casi enteramente dedicados a la Ocupación. Nos revela así, siempre con el mismo espíritu del científico que también es, la vida cotidiana en un París agredido que sigue siendo alegre escenario de la vida bohemia, artística y mundana. Atónitos, descubrimos entre estos papeles a personajes muy conocidos que poco vacilaron en codearse con el enemigo, algunos ingenuos, otros iluminados, otros aun, los que más, oportunistas.