Cuando, con trece años, Naoki Higashida empezó a comunicarse a través de una parrilla de ideogramas diseñada por su madre, estaba haciendo historia. Nunca antes un niño aquejado de un grado de autismo tan severo había conseguido expresarse. Naoki consigue traducir su experiencia a un lenguaje comprensible para cualquier lector a través de preguntas como: ¿por qué los autistas habláis tan alto y tan raro?; ¿por qué os gusta poner vuestros coches de juguete en fila?; ¿por qué saltáis? Sus respuestas son optimistas y transmiten alegría de vivir, ternura y, sobre todo, nos presentan a alguien admirable de quien hay mucho que aprender.
«Naoki nos hace de guía por su mundo, que puede ser tan extraño al nuestro como la distancia que hay entre un neoyorquino y un habitante del Amazonas: salimos de nuestra realidad y nos damos cuenta de que hay realidades muy diferentes dependiendo de cómo tus sentidos los perciben.» Miguel Gallardo, autor de María y yo