No faltan en el mercado obras dedicadas a promover el buen uso del idioma. Pero ninguna como esta. Con rigor y humor, este divertido ?bestiario de desafueros lingüísticos? sale al rescate de nuestra maltratada lengua siguiendo la consigna platónica de que aprender es recordar.Una obra que, además de desvelar los errores más frecuentes, consuela al lector señalando que hasta Lope de Vega, Umbral, Torrente Ballester o el mismísimo Delibes la cagaron.