Como nos ocurre a los humanos, hay conejos que quieren aparentar lo que no son, conejos que salen
a buscar lo que ya tienen, conejos que quieren aprender a cazar y son cazados. Hay conejos
enamorados de una coneja enamorada de otro, conejos que son padres estrictos, conejos que sólo
hablan de sí mismos, conejos artistas que quieren triunfar. Y también hay conejos que han dejado
de anhelar el futuro.
Sus historias recorren la distancia que va de la inocencia a la experiencia. Borran las líneas divisorias que trazan las edades. Entretienen, hacen sonreír y hacen pensar.