Tanto ha mandado en España la Iglesia que no es de extrañar la abundancia de refranes surgidos contra colectivo tan poderoso. Y, sin embargo, un ángel vengador parece haber recorrido los principales archivos y bibliotecas, afanándose en sustraer de fondos y estanterías cualquier atisbo de literatura anticlerical. José Esteban se ha enfrentado al reto de hallar los dimes y diretes perdidos sobre curas bebedores y glotones, monjas disolutas y frailes pesebreros y rijosos. Por este singular catecismo apócrifo se pasean desde sacristanes avaros a obispos egoístas: ?Más querría mis tierras cagadas de culo de oveja en redil y aprisco, que saludadas por mano de obispo?.