Fundada por los griegos hacia el 1000 a.C., Éfeso tuvo una larga y azarosa historia como polis griega y
ciudad helenística. Sin embargo, fue bajo el dominio de Roma, favorecida por diversos emperadores, cuando se convirtió
en una de las ciudades más hermosas del Imperio, la joya de las capitales provinciales. Los efesios adquirieron de
nuevas costumbres, como los baños y la celebración de combates de gladiadores, pero al mismo tiempo conservaron con
orgullo su cultura griega (el filósofo Heráclito fue siempre su ciudadano más ilustre) y fomentaron la creación de
escuelas de retórica y medicina. La historia de Éfeso cambiaría con la llegada del cristianismo. Aunque siguió siendo
un importante centro religioso, con el paso del tiempo acabó siendo devastada por terremotos y guerras, y
definitivamente abandonada. En Éfeso, síntesis de Grecia y Roma se ofrece un completo análisis de una de las
localidades más fascinantes de la Antigüedad, cuya trayectoria histórica la convierte en paradigma del auge y la
decadencia del mundo clásico.