La obra ensayística de Mircea Eliade escrita en rumano tiene que ser leída e integrada en dos contextos diferentes: la vida cultural de la Rumanía de entreguerras, en la que Eliade aparecía como el líder indiscutible de la nueva generación de intelectuales, y la actividad científica desarrollada más tarde por él, tanto en Francia como en Estados Unidos.
Después de Fragmentarium y La isla de Eutanasius, esta tercera recopilación de ensayos breves y artículos, publicados en los años treinta, constituye una nueva exploración de la «geografía espiritual» del hombre contemporáneo. Además de los textos dedicados a temas y motivos de la historia de las religiones (el simbolismo lunar, el locus refrigerii, el árbol sagrado), destacan los trabajos sobre escritores (Butler, Huxley, Chesterton, Unamuno, Papini, Svevo o D?Annunzio, entre otros) en los que Eliade, entreverando la crítica literaria con el análisis psicológico y el apunte biográfico, dibuja un atractivo tapiz de lecturas personales y afinidades electivas. Pero lo más significativo en estos textos es la madurez ya alcanzada por su pensamiento en esa época de entreguerras, tal como quedará recogido en Cosmología y alquimia babilónicas (1937).