«Si el 9 de diciembre del año de mi accidente me hubieran preguntado quién es Dios, sólo habría podido ofrecer una respuesta lógica. Apenas un día después, mi punto de vista cambió radicalmente cuando me encontré flotando sobre una mesa de operaciones, rodeado de un equipo de médicos y enfermeras que trabajaban sobre mi cuerpo de manera frenética. […] Y escuché unas palabras reconfortantes: “No te preocupes, vas a vivir”...»
En su viaje al cielo, Steve Sjogren se encontró en un mundo celestial donde sintió una paz infinita. Al regresar tuvo que enfrentarse a las consecuencias de un error médico que casi acaba con su vida y a una inacabable agonía de pruebas. Sin embargo, una nueva fe más profunda y otra manera de entender a Dios le dieron las fuerzas para enfrentarse a las dificultades que tuvo que superar.