«La muerte me lleva de la mano, pero se está portando bien porque me está dejando pensar».
Efectivamente, José Luis Sampedro estuvo pensando, leyendo, anotando y afanándose en escribir hasta el último suspiro.
Tenía, en concreto, dos proyectos en marcha: el primero, Los Ríos, y el segundo Sala de espera.
José Luis Sampedro recurría con frecuencia al río como metáfora de la vida, y fue el encuentro entre él y Olga a orillas del
río Jalón, lo que le inspiró a escribir el río de su vida. Empezaron, cada cual por su lado, a escribir retazos de sus vidas, de sus ríos respectivos: el río José Luis confluyendo con el río Olga en su paso por Alhama de Aragón. Lo hacían a hurtadillas, casi en secreto, para preservar el efecto sorpresa cuando llegara el momento de juntarlos.
Tras el fallecimiento de José Luis Sampedro, Olga encontró un texto que llegaba hasta los diez años de la vida de José Luis,
y decidió publicarlo, junto con el que ella había escrito de sí misma hasta esa edad. El resultado es un relato conmovedor de
dos vidas diametralmente distintas que van a unirse en el río Jalón.
El segundo proyecto, Sala de espera, recoge el sentimiento de rabia y estupor con el que vivió José Luis Sampedro sus
últimos años, desde la tragedia de la guerra de Irak hasta la degradación moral de nuestros días. A pesar de quedar
inacabado, muestra la honestidad intelectual y emocional de un hombre que se vio obligado a modificar sus ideas sobre los
ciclos de la historia y el destino de la humanidad.