En México, el vigilante de museo Eusebio Ramírez regresa a su provincia natal para hacer por fin las paces con la familia Rojas. Hoy, día de los Muertos, sus antiguos amigos regresarán del más allá para reencontrarse con los vivos. Sin embargo, la noticia del trágico fallecimiento del pequeño Benito Rojas despertará los fantasmas del pasado, empujando a Eusebio a huir nuevamente. A través de una carta intentará consolar a la madre del niño: los muertos siguen existiendo y no se convierten en polvo hasta que caen en el olvido.
Como homenaje a los pintores muralistas mexicanos, son sobre todo las imágenes de El polvo de los antepasados las que narran la historia, evocando una cultura en la que la muerte no es un tabú, sino un reflejo de la cotidianeidad de un pueblo que celebra la muerte y que hace danzar los esqueletos.