De hecho, gracias a este encuentro fortuito, podemos hoy leer uno de los epistolarios científicos más apasionantes de nuestro siglo. Las cartas cruzadas entre científicos y pensadores en plena actividad creadora son insustituibles para comprender no sólo la historia de las ideas, sino para comprender las ideas en sí. En esta correspondencia privilegiada, el lector encontrará ¡medio siglo de comentarios sobre la ciencia, el ser humano, la naturaleza… ! ¡Medio siglo de confidencias sobre el quehacer diario de un genio como Einstein y sobre temas que no trató con nadie más que con su amigo Besso ! Muchas frases de esta correspondencia se han consagrado ya como clásicas en ensayos de otros grandes científicos y pensadores. La última carta, probablemente la más célebre, la dirige Einstein a la viuda de Besso, que acaba de morir en 1955 : es no sólo el resumen, simple, escueto, de la concepción einsteiniana del tiempo, sino también toda una premonición : «Ahora resulta que se me ha adelantado un poco en despedirse de este mundo extraño. Esto no significa nada. Para nosotros, físicos creyentes, la distinción entre el pasado, el presente y el futuro no es más que una ilusión, aunque se trate de una ilusión tenaz». Einstein moriría tan sólo tres semanas después…