La nueva realidad política boliviana, que comienza en 2005 con la llegada de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia y se constitucionaliza en 2009 con la aprobación de la nueva Constitución Política, ha permitido que la interculturalidad haya ganado espacio y legitimidad. Este nuevo escenario incluye no solo el reconocimiento por parte de los Estados de la diversidad étnica y cultural, sino también la necesidad de otorgar algunos derechos específicos y desarrollar políticas públicas que recojan esta diversidad. El gran desafío de la sociedad boliviana actual es construir un nuevo proyecto intercultural y democrático que transforme las relaciones, estructuras e instituciones para el conjunto de la sociedad y reconozca una serie de derechos colectivos a los pueblos indígenas para poder abrir, así, un nuevo tiempo estatal.